Hoy exploto porque no puedo más. Porque o lo explico o me da algo. Estoy agotada mentalmente y es posible que esta entrada sea confusa y me deje cosas y no entendáis mi rabia y frustración. Es posible.
Qué irónico,
que mi última entrada tratara sobre lo bien que me he adaptado y el equilibrio
que tenemos la familia y yo, cuando ahora, en cambio, sólo siento indignación y
humillación. Pero bueno, pronto se acabará todo, porque a finales de diciembre cogeré las maletas para no volver. (Pero eso más adelante.)
El viernes no pasé la noche en casa y ayer por la tarde volví a casa durante unas horas para decirle a la madre que me iba de nuevo, que no estaría para cenar el sábado pero que volvería el domingo por la tarde para poder hacer el babysitting que les regalé para su aniversario de bodas. Lo que había pasado era que la noche anterior me había quedado en casa de una amiga porque perdí el último bus y no quería pagar 10 euros por un taxi. Vivo en un pequeño pueblo a las afueras de la ciudad y cuando salgo con más gente en el centro no me sale a cuenta volver a casa a las 3 de la mañana porque no me cunde, simplemente. Siendo honestos, tampoco me apetecía volver, porque la madre me había hartado mucho durante toda la semana y aunque me encontraba fatal tenía que desconectar y salir. En fin, que la misma amiga me ofreció de nuevo su techo para la noche del sábado, pero esta vez, al saberlo, pasé por casa antes para coger cuatro cosas y volver a irme. Yo tenía pensado entrar en la cocina y tener una conversación de minuto y medio como mucho y volver a irme.
Menuda sorpresa me llevé.
Fui a la cocina a decírselo a la madre, que en esos momentos estaba preparando la cena. Cabe decir que la estaba preparando muy antes que de costumbre y yo siempre le digo antes de que empiece a cocinar si me quedaré a cenar o no, cosa que entre semana raramente sucede pero que es muy común en los fines de semana. Apenas había empezado a explicarle la situación cuando soltó el rodillo que estaba usando para hacer la masa contra la encimera y, rebotada, empezó a gritarme. A gritarme. Me dijo que no soportaba que hiciera siempre eso, que nunca la avisaba (??), que esta semana solo había cenado una vez en casa y que ella se mataba cocinando para luego tener la nevera llena de tuppers y tener que tirar la comida a la basura. Me dijo que la comida orgánica era muy cara y muy fresca y que yo era la primera au pair que le hacía eso, que las otras siempre la avisaban con dos días de antelación, ('como mínimo, podrías decírmelo antes de que vaya a comprar los martes o los sábados, ¿no?') y que cómo se lo hacía mi madre cuando estaba en casa, dando a entender que con la actitud que yo tenía no entendía cómo mi madre se las apañaba conmigo.
¿Perdona?
Gritándome. Delante de las niñas y del padre, que estaban sentados en la mesa de la cocina. El padre, que se mantuvo callado todo el rato.
Después de unos instantes de shock y de quedarme muerta, le dije que siempre la avisaba cuando me enteraba de los planes que tenía, que no lo hacía adrede para joderla a ella y a la comida y que NO SABÍA QUE ESO ERA UN PROBLEMA. ¿En casi 3 meses no puede decirme ni una sola vez que prefiere que la avise con el máximo tiempo posible si voy a cenar en casa o no? ¿Qué voy a saber yo? Siempre la aviso en cuanto sé qué haré, y eso puede ser tanto con dos días de antelación como el mismo día, pero siempre antes de que se ponga a cocinar. Pensaba que, de este modo, no le ocasionaba ninguna molestia. Me contestó diciéndome que eso no era excusa, que yo ya era mayorcita para decirle a mis amigos que necesitaba saberlo con antelación. Yo le repetí que no sabía que eso le había provocado tantos problemas pero que ahora que lo sabía iba a intentar decírselo lo antes posible.
Como podéis ver, estoy muy cabreada. Ayer aún estaba mala, pero me fui de todos modos porque prefería dormir en casa de mi amiga, sin salir, que pasar un minuto más bajo este techo. Hoy he vuelto y sólo me he encontrado al padre, que es el que me ha hablado del babysitting de manera normal y ya está. No he hecho ningún comentario, pero a partir de ahora las cosas van a ser muy distintas.
¿Por qué? Pues porque la semana pasada me confirmaron que me han dado una beca para trabajar de auxiliar de conversación en Bélgica, en la comunidad flamenca. Empiezo en enero y serán cinco meses allí, así que mañana se lo diré a los padres y me enfrentaré a la ira de la madre, pero esta vez no me pienso callar. Esta beca la pedí a principios de año porque era lo que realmente quería hacer después de la carrera, pero quedé en lista de espera y por eso me decanté por irme de au pair. Sin embargo, se han abierto tres nuevas plazas en Bélgica y me han seleccionado. Es una oportunidad que no puedo rechazar, pero visto el panorama no echaré mucho de menos esta casa, la verdad. Me dará pena dejar a las niñas, pero tengo que vivir por mí, no por nadie más.
(No estoy molesta con la madre solo por esto, sino por comentarios que ha ido haciendo a lo largo de todo este tiempo y en especial durante esta semana en la que he estado mala -pero he trabajado todos los días, claro-, burlándose de mi estado y de mi poco 'aguante'. Lo de ayer fue la gota que colmó el vaso, porque está claro que no le caigo bien y que no me respeta. Con o sin beca, me hubiera ido de todos modos).
PD: Hoy he cenado sobras y sólo he visto tres tuppers en la nevera. Es decir, la cantidad estándar que hay a lo largo de la semana. ¿Dónde están los mil tuppers que la madre dice que tiene que guardar en la nevera? ¿DÓNDE?