19 febrero 2014

Auxilio en Gante

¡Estoy de vuelta! Voy a saltarme la lista de excusas que iba a poner porque llevamos juntos mucho tiempo y ya me conocéis. ¿Qué ha pasado en mi vida desde la última entrada? Pues que me he mudado a Bélgica, y una vez en Bélgica me he cambiado de "piso" dos veces (esto es para la siguiente entrada porque vivía en un zulo que se hacía pasar por habitación) y, como todo traslado que se precie, he pasado unas semanas de estrés considerable, de mil cosas por hacer (casi todas ellas burocráticas) y de muy mal tiempo. Y lo peor es que aún no he acabado. Buf. Pero bueno, al grano:

1. Gante es preciosa

Creo que cuando estaba en Alemania nunca os dije explícitamente en qué ciudad estaba, y no es de extrañar. No me gustaba nada, y al vivir en las afueras tenía que coger siempre un bus que pasaba cada media hora o cada hora (o a veces ni pasaba) y eso ya mermaba los ánimos a cualquiera. Me di cuenta entonces de que no tener los medios para moverte libremente es desesperante. Además, una vez conseguía desplazarme, llegaba a la ciudad y no había nada que hacer. Y no exagero. Era un poco muy desquiciante, la verdad. Había veces que tenía que esperar media hora al autobús (cuánta alegría pensar en eso) y no había ningún sitio al que ir porque o estaban cerrados o...estaban cerrados. 
(Pero le tengo buen recuerdo de todos modos porque pasé momentos muy buenos con mis amigas. Ay, recuerdos.)

Ahora estoy en Gante, y quizás porque se trata de una ciudad universitaria el ambiente es completamente distinto. Aunque las tiendas cierren entre las seis y las siete, los pubs y los restaurantes y los supermercados están abiertos hasta tarde. Puedes salir cualquier noche que siempre habrá algo por hacer. Hay una comunidad de couchsurfing muy activa, y eso siempre está bien, especialmente cuando no conoces a nadie al principio. Y, sin contar todo eso, la ciudad es mágica.

Tiene dos ríos, un centro encantador, un castillo y muchos puentes. Hay una confluencia de tranvías, buses y bicicletas que puede llegar a asustar, pero al final te acostumbras a todo y aprendes a mirar mil veces antes de cruzar cualquier calle. Hay una cantidad ingente de tiendas de gofres y de chocolate y la gente siempre está dispuesta a echarte una mano. Todos saben inglés (y alemán, y francés, y neerlandés, y... podría seguir, pero desde que estoy aquí aplico el siguiente lema: "Nunca te compares con un belga. Nunca.") y eso hace que aún no haya pasado ningún mal trago por problemas de comunicación. 

Pero tranquilos. No hay nada perfecto. ¿Sabéis que más tiene Gante? ¿Sabéis qué mas tiene Bélgica?

....

2. Un clima HORRIBLE

Y cuando digo horrible, quiero decir HORRIBLE. No vi el sol en esta ciudad hasta al cabo de tres semanas, y fue solo durante tres minutos, ya que luego las nubes volvieron a taparlo TODO. Qué egoístas, son unas acaparadoras del cielo. 

El problema, además de la falta de sol, es lo mucho que llueve. Con llover quiero decir diluviar. Todos.los.días. To-dos.

Ugh.

Yo pensaba que el tiempo en Alemania era malo, pero no es nada comparado con el de aquí. Será que los belgas están a otro nivel en todos los sentidos, incluso en el del clima. Que conste que estoy en rebeldía y no he aceptado este clima. No, no. Sigo en la fase de la negación, o del odio absoluto, aunque reconozco que pierde fuerza con cada día que pasa. De nada sirve llevar paraguas, porque no hay paraguas lo suficientemente resistente como para soportar el viento que hace. 

(Porque esa es otra: el viento. Los primeros días me aferraba al paraguas como aquel que se aferra a su dignidad: muy fuerte, hasta el último momento. Pero no sirve de nada, porque aquí los paraguas tienen voluntad propia. Se dan la vuelta, se van volando, y luego los ves metidos con muy mala leche en las papeleras de la ciudad. Yo he estado a punto de hacerlo, pero me resisto. Por si acaso deja de hacer viento, o algo.

La esperanza es lo último que se pierde, ¿no?)


3. Si no vas met de fiets, no molas

Fiets, en neerlandés, es bicicleta, y si no posees una, eres un poco pringado. La gente te mira raro. Y si dices que no sabes ir muy bien, que te da miedo cogerla con tanto coche y tanto tranvía, entonces ya te miran como si tuvieras tres cabezas en vez de dos. Digo, una. Pero, a pesar de todo eso, yo tengo bici. Y casco. De chico, que me va pequeño, pero que me pongo muy dignamente. Hubiera seguido yendo en autobús, pero en el instituto prácticamente me obligaron a cogerla (‘ay, Roser, si es genial ir con la bici, ya verás que en nada te acostumbras’) y claro, con tanta presión no pude decir que no. No la cogí por primera vez hasta ayer, ya que antes la había trasladado de piso en piso (recuerdo que me he mudado hace poco) andando. Ole yo. Volviendo al tema, cogí la bici por primera vez porque le pedí a mi amable compañera de piso que viniera conmigo a hacerme de profesora, y juntas hicimos un pequeño tour por la ciudad, pasando por los carriles bicis y parando cuando me daban ataques de ansiedad (es decir, cuando había un cruce con mil coches y peatones y tranvías, entonces me paraba y no volvía a subirme hasta que me seguía segura. Lo bueno es que aquí la gente es tan cordial que no me pitó nadie; ni coche ni ciclista. Gracias, Gante.).


4. No saber neerlandés es un rollo

(Y echo de menos el alemán. Mucho.)

Pues sí. Todo el mundo sabrá inglés, pero si no sabes neerlandés es muy difícil integrarse, especialmente en una sala de profes. Para refrescaros la memoria, estoy aquí de auxiliar de conversación y aunque hablo con algunos profesores en inglés y en castellano (las profes de Spaans, básicamente), al no saber neerlandés me siento un poco desplazada. Especialmente cuando voy a la sala a comer con ellos, con mi bandeja y mi comida, y todos hablan y se ríen y yo me quedo allí rumiando mi ensalada. Pero bueno.

En otro orden de cosas: ¡mi host kid mayor me ha enviado un librito hecho por ella! Qué ilusión, por Dios, casi lloro de alegría. Me he contenido con las smiley faces en el email que le he escrito a la madre agradeciéndole el detalle porque la mujer sigue en su línea de sequedad absoluta, pero ay, qué felicidad. Las echo un montón de menos, y me siento muy rara estando aquí, en Bélgica, cuando hace dos meses estaba en Alemania. 

Cuánto cambio en tan poco tiempo.

(Volverán las entradas aupairiles, tranquilos. Aún me quedan muchas anécdotas en la recámara.)

(Y creo que este es el post con más paréntesis en la historia de este blog. Es la falta de práctica, supongo.)

(Debería cambiar la url del blog porque no es para nada correcta, pero le he cogido cariño. No sé qué hacer, br.)

01 enero 2014

Año nuevo

Tengo que contaros muchas cosas, y pedir perdón por tener esto tan abandonado, pero no quería que pasase otro día sin actualizar esto. No quiero empezar el año, entrar en el blog y ver que la última entrada tiene tanto enfado. No me parece correcto. 

El 2013 ha sido un buen año. Estresante e intenso, pero no por eso malo. Estudié mucho, empecé este blog, acabé la carrera, fui a la boda de mi hermano, viajé, me fui a Alemania, me gradué, volví a casa por Navidad (como el turrón)... y ahora, en 9 días, me iré a vivir a Bélgica durante 5 meses. 

Pero si tuviera que destacar sólo una cosa de este año....posiblemente me quedaría con la experiencia que he vivido en Alemania. Me ha cambiado muchísimo, y aunque no haya sido del todo positiva, es algo que recomendaría a todo el mundo. Si estás dudando, si no sabes si irte o no, si tienes miedo... lánzate. No vas a perder nada; sólo ganarás. Ganarás en confianza, en aprendizaje, en crecimiento, en conocerte a ti misma, en saber ir por el mundo, en no tener miedo, en conocer a gente, en distinguir aquellas personas que valen la pena de las que no, en poner las cosas en perspectiva. Tu casa no se moverá de sitio, no te preocupes. La vida hay que vivirla, y hay que vivirla al máximo, porque el tiempo vuela, y las oportunidades, si no las coges, se escapan.

Y después de esta entrada exprés, me voy más satisfecha a la primera comida familiar del año (me contento con bien poco, hay que ver). Mantener el blog más vivo es uno de mis propósitos de año nuevo, eso está claro. ¿Cuáles son los vuestros?

(Os deseo un muy muy feliz año nuevo.)


24 noviembre 2013

Hoy exploto

Hoy exploto porque no puedo más. Porque o lo explico o me da algo. Estoy agotada mentalmente y es posible que esta entrada sea confusa y me deje cosas y no entendáis mi rabia y frustración. Es posible.

Qué irónico, que mi última entrada tratara sobre lo bien que me he adaptado y el equilibrio que tenemos la familia y yo, cuando ahora, en cambio, sólo siento indignación y humillación. Pero bueno, pronto se acabará todo, porque a finales de diciembre cogeré las maletas para no volver. (Pero eso más adelante.)

El viernes no pasé la noche en casa y ayer por la tarde volví a casa durante unas horas para decirle a la madre que me iba de nuevo, que no estaría para cenar el sábado pero que volvería el domingo por la tarde para poder hacer el babysitting que les regalé para su aniversario de bodas. Lo que había pasado era que la noche anterior me había quedado en casa de una amiga porque perdí el último bus y no quería pagar 10 euros por un taxi. Vivo en un pequeño pueblo a las afueras de la ciudad y cuando salgo con más gente en el centro no me sale a cuenta volver a casa a las 3 de la mañana porque no me cunde, simplemente. Siendo honestos, tampoco me apetecía volver, porque la madre me había hartado mucho durante toda la semana y aunque me encontraba fatal tenía que desconectar y salir. En fin, que la misma amiga me ofreció de nuevo su techo para la noche del sábado, pero esta vez, al saberlo, pasé por casa antes para coger cuatro cosas y volver a irme. Yo tenía pensado entrar en la cocina y tener una conversación de minuto y medio como mucho y volver a irme. 

Menuda sorpresa me llevé.

Fui a la cocina a decírselo a la madre, que en esos momentos estaba preparando la cena. Cabe decir que la estaba preparando muy antes que de costumbre y yo siempre le digo antes de que empiece a cocinar si me quedaré a cenar o no, cosa que entre semana raramente sucede pero que es muy común en los fines de semana. Apenas había empezado a explicarle la situación cuando soltó el rodillo que estaba usando para hacer la masa contra la encimera y, rebotada, empezó a gritarme. A gritarme. Me dijo que no soportaba que hiciera siempre eso, que nunca la avisaba (??), que esta semana solo había cenado una vez en casa y que ella se mataba cocinando para luego tener la nevera llena de tuppers y tener que tirar la comida a la basura. Me dijo que la comida orgánica era muy cara y muy fresca y que yo era la primera au pair que le hacía eso, que las otras siempre la avisaban con dos días de antelación, ('como mínimo, podrías decírmelo antes de que vaya a comprar los martes o los sábados, ¿no?') y que cómo se lo hacía mi madre cuando estaba en casa, dando a entender que con la actitud que yo tenía no entendía cómo mi madre se las apañaba conmigo.

¿Perdona?

Gritándome. Delante de las niñas y del padre, que estaban sentados en la mesa de la cocina. El padre, que se mantuvo callado todo el rato.

Después de unos instantes de shock y de quedarme muerta, le dije que siempre la avisaba cuando me enteraba de los planes que tenía, que no lo hacía adrede para joderla a ella y a la comida y que NO SABÍA QUE ESO ERA UN PROBLEMA. ¿En casi 3 meses no puede decirme ni una sola vez que prefiere que la avise con el máximo tiempo posible si voy a cenar en casa o no? ¿Qué voy a saber yo? Siempre la aviso en cuanto sé qué haré, y eso puede ser tanto con dos días de antelación como el mismo día, pero siempre antes de que se ponga a cocinar. Pensaba que, de este modo, no le ocasionaba ninguna molestia. Me contestó diciéndome que eso no era excusa, que yo ya era mayorcita para decirle a mis amigos que necesitaba saberlo con antelación. Yo le repetí que no sabía que eso le había provocado tantos problemas pero que ahora que lo sabía iba a intentar decírselo lo antes posible. 

Y aunque me había dicho que a ella le daba igual si salía o no, me preguntó que a qué hora era el último bus, y que si se podía saber qué hacía quedándome más tarde. 'Si a esa hora está todo cerrado', me espetó. 'No lo entiendo la verdad'. Yo seguía en shock, pero le contesté que se hacían muchas cosas aunque fuera tarde y acabé saliendo de la cocina disculpándome, humillada y con una impotencia muy grande. Me encerré en mi cuarto y seguía alucinando. ¿Cómo podía haberme hablado así? ¿Gritándome y faltándome al respeto de ese modo, como si fuera una niña de quince años? ¿Cómo podía haberme regañado de ese modo y haber dicho eso de mi madre y de mí cuando no sabe absolutamente nada de nada? ¿Hola? En esos instantes no podía procesar nada, pero luego me entró la rabia y deseé haberle dicho cuatro cosas bien dichas. Pero lo que hice fue coger lo que había ido a buscar e irme.

Lo mejor es que no tenía razón. Había cenado en casa dos veces esa semana, lo que pasa es que el martes siempre lo hago más tarde y sola porque llego de la academia a las mil, como siempre. Es cierto que salí el miércoles, pero la avisé el lunes (!!) y se lo recordé el miércoles, y el jueves no cené PORQUE ESTABA MALA. Tan mala que estuve toda la tarde en la cama a punto de vomitar. Y va y me soltó, en medio de la discusión: Bueno, que te pongas mala una vez espontáneamente aún, pero tantos días sin cenar ya no. ¿Es que encima tengo que programar cuándo me pongo mala y cuántos días me tiene que durar? ¿Es que estamos locos o qué pasa? 

Otra cosa, ¿es que la comida no se puede meter en el congelador? ¿Es que no puede cocinar menos si ve que se le van acumulando las sobras de otras comidas? ¿Es que no me lo puede decir como una persona normal y tener una conversación conmigo como dos personas adultas, en vez de gritarme y faltarme al respeto de ese modo? ¿Quién se cree que es?

Como podéis ver, estoy muy cabreada. Ayer aún estaba mala, pero me fui de todos modos porque prefería dormir en casa de mi amiga, sin salir, que pasar un minuto más bajo este techo. Hoy he vuelto y sólo me he encontrado al padre, que es el que me ha hablado del babysitting de manera normal y ya está. No he hecho ningún comentario, pero a partir de ahora las cosas van a ser muy distintas.

¿Por qué? Pues porque la semana pasada me confirmaron que me han dado una beca para trabajar de auxiliar de conversación en Bélgica, en la comunidad flamenca. Empiezo en enero y serán cinco meses allí, así que mañana se lo diré a los padres y me enfrentaré a la ira de la madre, pero esta vez no me pienso callar. Esta beca la pedí a principios de año porque era lo que realmente quería hacer después de la carrera, pero quedé en lista de espera y por eso me decanté por irme de au pair. Sin embargo, se han abierto tres nuevas plazas en Bélgica y me han seleccionado. Es una oportunidad que no puedo rechazar, pero visto el panorama no echaré mucho de menos esta casa, la verdad. Me dará pena dejar a las niñas, pero tengo que vivir por mí, no por nadie más. 

(No estoy molesta con la madre solo por esto, sino por comentarios que ha ido haciendo a lo largo de todo este tiempo y en especial durante esta semana en la que he estado mala -pero he trabajado todos los días, claro-, burlándose de mi estado y de mi poco 'aguante'. Lo de ayer fue la gota que colmó el vaso, porque está claro que no le caigo bien y que no me respeta. Con o sin beca, me hubiera ido de todos modos).

PD: Hoy he cenado sobras y sólo he visto tres tuppers en la nevera. Es decir, la cantidad estándar que hay a lo largo de la semana. ¿Dónde están los mil tuppers que la madre dice que tiene que guardar en la nevera? ¿DÓNDE?